Ya explicamos qué es la IA y apuntamos brevemente sus categorías, en las que ahora profundizaremos. Pero partimos de que, para establecer los tipos de Inteligencia Artificial se pueden establecer diferentes criterios.
Por ejemplo, según las tareas en las que se pueda centrar, puede ser IA débil, general o super IA.
La primera, por ejemplo, solo puede realizar una tarea, aunque puede mejorar la ejecución. Lo que hace es automatizar actividades realizadas por humanas a los que excede en eficiencia y resistencia.
Pero la tipología a la que se alude con más frecuencia es la basada en su funcionalidad. La repasamos en los siguientes puntos:
Sistemas reactivos
Son los tipos más básicos y son reactivos, es decir, producen reacción a una pregunta o petición. No almacenan información, por lo que no aprenden de tareas ejecutadas previamente.
Por lo tanto, no consideran experiencias anteriores que puedan mejorar la toma de decisiones.
Los portales especializados suelen citar un ejemplo clásico: Deep Blue, de IBM, que venció al gran maestro del ajedrez Garry Kasparov.
Puede identificar posibilidades y realizar predicciones y acciones, pero no considerar eventos pasados para mejorar su eficacia.
Máquinas de memoria limitada
Que tengan memoria implica que pueden considerar el historial de interacciones para tomar decisiones puntuales. Siguen siendo máquinas reactivas, pero pueden ir un paso más allá.
Sin embargo, no pueden almacenar información de manera ilimitada, de manera que los nuevos patrones y respuestas se tienen que ceñir a un futuro próximo.
¿Qué IA con esta capacidad se utiliza en actualidad? Los asistentes virtuales y los sistemas de reconocimiento facial son ejemplos. Los vehículos autónomos también encajan en esta categoría.
Tienen en cuenta la velocidad a la que circulan los otros conductores, lo que implica la capacidad de identificar objetivos específicos y monitorearlos a lo largo del tiempo.
Teoría de la mente
Engloba máquinas más avanzadas que apuntan al futuro de la Inteligencia Artificial, aún en fase de investigación.
No se limitan a las representaciones del mundo, sino de otros agentes y entidades que incluso abarcan las emociones, pensamientos y necesidades humanas, que afectan a su comportamiento.
Por el momento, este tipo forma parte de la ciencia ficción. Te recomendamos ver la película Her, protagonizada por Joaquin Phoenix. Interpreta a Theodore Twombly, un hombre que desarrolla una relación sentimental con su asistente virtual, Samantha, a la que pone voz la actriz Scarlett Johansson.
Autoconciencia
Nuevamente, podríamos citar decenas de ejemplos sobre mundos imaginados en los que esto tiene lugar, dentro del cine o la literatura.
Seguro que se te vienen a la cabeza tramas en el que innovadores creaciones humanas han acabado rebelándose, como en el Frankenstein de Mary Shelley.
Se considera que el paso final de desarrollo de las IA estará en sistemas que puedan conformar representaciones sobre sí mismas.
Como esa posibilidad parece aún muy lejana, los esfuerzos se centran en capacidades relacionadas con la memoria y el aprendizaje. Es decir, la creación de recuerdos para mejorar la toma de decisiones.
Como ves, los tipos de IA remiten a sus capacidades reales y potenciales, por lo que ilustran las diferentes fases de desarrollo actuales y a futuro. No sabemos si, en el futuro, habrá una IA con conciencia sobre sí misma.
Pero, hace unos años, tampoco visualizábamos la posibilidad de que un vehículo se condujera solo, o de que un chat pudiera proporcionar una conversación tan completa e interesante como ChatGPT. Si lo veíamos en la ciencia ficción, señal de que no hay desarrollo de la IA sin creatividad.
